Manual, Hacer compost en casa

El compostaje es un proceso controlado de descomposición de la materia orgánica con el que obtenemos un artículo con excelentes propiedades como fertilizante y regenerador de suelos: el compost. Este proceso se realiza principalmente con los residuos vegetales de la cocina y del jardín. En el compostaje intervienen millones de microorganismos, hongos y numerosos invertebrados que descomponen los residuos orgánicos convirtiéndolos en humus. Estos organismos viven en presencia de aire (organismos aerobios), por lo que en el compostaje no hay putrefacción y, por tanto, tampoco malos olores. Ventajas del compostaje A través del compostaje casero conseguimos una reducción en inicio de los residuos urbanos, minimizando los dificultades ambientales ocasionados por el transporte de los mismos y por su tratamiento en vertederos (contaminación de aire y suelos, malos olores, ocupación del territorio...). Las ventajas de realizar compost de manera doméstica son muchas. Por un lado mejora la articula de los suelos, haciéndolos más fácilmente trabajables, mejorando su capacidad de retención de agua, su ventilación y advertiendo los efectos de las heladas. Además, aumentamos la porción de materia orgánica del suelo y la disponibilidad de nutrientes asimilables para las plantas. Por otro lado conseguimos un artículo de alta calidad, sin sustancias contaminantes, con lo que estamos mejorando la salud de vuestro jardín. El compostador En el mercado encontramos una amplia gama de modelos de compostadores de plástico, de varios dimensiónes y maneras. Si se pensad adquirir uno, recomendamos un modelo que sea desmontable en todas sus partes, unido por varillas y abierto por la base. Esto último es indispensable para permitir tener un contacto directo con los organismos descomponedores del suelo, de otra manera faltarían organismos en variedad y porción y el proceso no se haría correctamente. Estos compostadores disponen de agujeros, ranuras o aberturas laterales que facilitan la circulación de aire en su interior. Además disponen de una tapadera que les hace impermeable al agua de la lluvia y les hace guardar las temperaturas que se originan en el proceso. La materia prima es plástico reciclado y el grosor de estos modelos hace del compostador un fundamento muy duradero en el tiempo. La construcción de un compostador es una tarea sencillo y que nos puede ayudar en el caso de que el compostador de plástico reciclado no sea suficiente para el material que saquemos de vuestro jardín, huerto y cocina. Hay un modelo muy sencillo de fabricar con palés de obra: consiste en algo tan sencillo como disponer tres palés creando un recinto cuadrado, abierto por un lado; se pueden enlazar con cuerdas u otro sistema para crecer la resistencia del conjunto. Si la separación entre tablas es muy grande, podemos forrarlo con malla, cartón o bien clavando tablas de otros palés. En el lado libre, que será vuestra zona de entrada y manipulación, pondremos otro palé, pero unido sólo por un lado al resto, de manera que haga bisagra para poder abrirlo y alcanzar al contenido. Cubriremos con una manta, con plástico perforado o con una alfombra vieja. ¿Cómo realizar compost? Se trata de algo muy fácil de hacer pues se cimienta en los ciclos naturales de la materia orgánica. Tan sólo necesitamos un lugar al aire abierta y un recipiente correcto donde depositar los restos de vuestra cocina y de vuestro jardín. Lo primero es ubicar bien el compostador. El espacio ideal es un espacio sombreado para eludir que los restos se desequen demasiado en verano y de sencillo entrada para no realizar incómoda la manipulación de los restos. Hay que tener en cuenta que a la hora de sacar compost o si hay necesidad de voltearlo, tendremos que abrir, al menos, uno de los laterales del compostador. Es importante ubicarlo sobre tierra (nunca sobre asfalto, cemento o enlosado) para que los organismos descomponedores que viven en el suelo (bacterias e invertebrados) colonicen el recipiente. Una vez que hemos colocado el compostador en un espacio adecuado, pasamos a rellenarlo de materia orgánica. Los restos que echemos provendrán de la cocina y del vergel y deben estar bien troceados para favorecer su descomposición. Para ello lo ideal es ayudarnos de una trituradora vegetal o bien, con paciencia, cortarlos con unas tijeras de jardinero. Se colocará en la fundamento del compostador una capa de unos 10 cm de ramas o podas trituradas para asegurar una buena circulación del aire y un mejor drenaje del material que depositemos encima. Posteriormente colocaremos una combinación de materiales secos (ramas, podas, paja, recortes de setos, hojas secas) y materiales verdes (césped, malas hierbas, restos de frutas y verduras) en una proporción de dos fracciónes de verde por una fracción de seco. La combinación correcta de los materiales que aportemos nos proporcionará unas cláusulas óptimas de humedad, textura y nutrientes. Es significativo remover bien los materiales para que exista una gran aireación y se distribuya homogéneamente la humedad por todas las fracciónes del compostador. Nos podemos ayudar de un ?aireador?, de una horca, un rastrillo o un palo. Esta operación la haremos en cada aporte de material. Esto nos va a permitir que el proceso se desarrolle adecuadamente. EL PROCESO DE COMPOSTAJE Desde que aportamos los materiales hasta su modificacion en compost, el proceso de compostaje se puede partir en tres etapas: Fase de latencia Al comenzar a aportar los residuos entramos en esta fase. La materia debe estar adecuadamente mezclada para permitir una correcta aireación, con una humedad en torno al 50%. La temperatura es inferior a los 40ºC y la pila es colonizada por bacterias adaptadas a temperaturas medias que comienzan a descomponer los restos. La fase de latencia suele durar desde unas pocas horas a varios días. Fase termófila Debido a la actividad microbiana se inicia a liberar calor y la temperatura aumenta. Se dice que entramos en la fase termófila a dividir de los 40ºC, alcanzando picos de hasta 60-70ºC. Con esta subida de temperatura se produce una esterilización del medio, eliminando larvas, probables patógenos y la capacidad germinativa de las semillas. Cuando el alimento se va agotando, la actividad bacteriana es menor y por tanto, la temperatura del montón disminuye. Los materiales van perdiendo su color y manera originales. En esta etapa es cuando gran disminución de volumen se observa en el compostador, de manera que dispondremos de más lugar para seguir introduciendo materiales. Para que se dé correctamente, es necesaria una aireación apropiada y un porcentaje de humedad del 50%. Fase de maduración Con el tiempo van quedando los materiales más complicados de descomponer: aquellos más ricos en celulosas y ligninas (leñosos). Entonces, la temperatura baja acercándose a la temperatura ambiente, el pH tiende a la neutralidad y la descomposición se hace más lenta. Se entra en una etapa conocida como fase de maduración. En ésta, juegan un papel muy significativo cochinillas, lombrices y otros invertebrados que se encargan de completar la descomposición para conseguir un artículo estable, el compost maduro. Lo reconoceremos por su caroma oscuro, su textura granular y su aroma a tierra vegetal. Esta es la etapa más larga, aunque su duración dependerá de la composición de los materiales introducidos. Fundamentos a tener en cuenta Para realizar un buen compost tan sólo hay que tener en cuenta una serie de parámetros como la temperatura, la humedad, la presencia de oxígeno, la naturaleza de los materiales o su tamaño. Teniendo claros estos fundamentos el proceso se hará sin dificultades y en un menor periodo de tiempo. Temperatura. En la fase termófila deben alcanzarse entre 40º y 70ºC para que así se puedan descartar probables fundamentos patógenos y la combinación esté higienizada. Si metemos la mano en el montón debemos verificar que está cálido (también podemos verificar la temperatura con un termómetro terrestre); esto va a ser indicativo que el proceso marcha de manera adecuada. Cuanto más dure ese estado, mejor. Oxígeno. El compostaje es un proceso que realizan organismos aerobios, por lo que la presencia de oxígeno es primordial para que se haga correctamente y para que no aparezcan malos olores. El oxígeno lo garantizaremos con la proporción apropiada de los diferentes materiales (los materiales leñosos, también llamado material estructurante, crean huecos por donde puede pasar el aire necesario). Además deberemos remover el montón de manera periódica, al menos cuando echemos nuevos aportes. Humedad. Una humedad apropiada se alcanza con una proporción de dos fracciónes de materiales verdes (ricos en agua) y una fracción de materiales secos. Si la humedad propicia no se consiguiera con los restos aportados, se añadiría agua en manera de pequeños riegos (removiendo el montón para que se distribuya homogéneamente). Esto puede ocurrir sobre todo en verano si no poseemos el compostador en un espacio sombreado. Ojo, la combinación tiene que estar húmeda pero no empapada, pues taparíamos los poros y provocaríamos putrefacción y malos olores. Tamaño de los restos que se aportan. Cuanto más troceados vayan, más superficie de contacto ofrecerán a los microorganismos y, por lo tanto, más veloz será el proceso. Nos ayudaremos de una biotrituradora o bien de unas tijeras de jardinero. Mezcla y volteos. Con ellos se alcanza que la humedad, los nutrientes y los microorganismos estén distribuidos uniformemente, que la aireación (oxígeno) se mantenga y que se evite una compactación de la masa. Consejos para conseguir los mejores frutos Las mejores cláusulas para que los microorganismos se desarrollen y puedan laborar se dan cuando los restos orgánicos son variados, tienen una humedad apropiada y oxígeno suficiente. Hay una forma sencilla de verificar que la humedad es la adecuada; para ello, se toma un puñado de material, se aprieta con la mano y si permanece compacto, implica que está en buenas condiciones; si se desmenuza, es que está seco, y si se desprenden gotas de agua, es que está demasiado húmedo. A tenor de los resultados, aportaremos gran proporción de restos verdes o materiales que absorban la humedad (restos de poda, cartón desmenuzado, paja...), según el caso y removeremos. Si la pila estuviese demasiado seca se puede recurrir a un riego que moje bien los materiales y remover para que la humedad se distribuya por todo el compostador. El compostador siempre debe estar tapado para conservar la humedad y el calor, así como para protegerlo de la lluvia y eludir que se introduzcan insectos o animales no deseados. Habrá que colocarlo siempre en un espacio donde no le dé mucho el aire ni excesivamente el sol, para que no se deseque el montón. Como ya dijimos antes, para que el proceso de compostaje se dé en unas cláusulas óptimas, deberemos aportar el doble de material verde que de seco. Además debemos tener especial cuidado con el tipo de materiales que aportemos. Unos ayudarán adecuadamente en el proceso y otros podrían estropearlo totalmente. Mostraremos vigilancia a no echar materiales inorgánicos, ni otros que pudieran crear dificultades de malos aromas (como la carne o el pescado). A continuación se presenta un listado de los materiales que pueden aportarse y los que no, así como los que se estiman secos y verdes: Materiales que se pueden aportar: Consideramos seco: podas, hojas secas, paja, césped marchito, ceniza de madera no tratada, cartón y papel no tratados, recortes de aromáticas, recortes de coníferas, serrín, cáscaras de huevo machacadas, cabello y cabello, hilos naturales. Consideramos verde: restos de frutas y verduras, restos verdes de jardín, césped, estiércol fresco de animales herbívoros (vaca, caballo, oveja...), malezas verdes, posos de café e infusiones, restos de la cosecha de huerta. Materiales que no se pueden aportar: materiales no orgánicos (vidrio, metales, plástico, briks...), pañales desechables, restos del cenicero, papeles satinados, impresos con tinta de color o plastificados, artículos químicos de vergel o de la casa (fitosanitarios, pinturas, baterías, esmalte de uñas....), restos de comida cocinada, óleos y salsas, medicamentos, ceniza de madera tratada o de carbón (barbacoa, aglomerados...), artículos lácteos (leche, yogures, quesos, salsas...), excrementos de animales carnívoros (perros, gatos...)
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