Aprende online, Cómo hacer un guión para la Misa- Consejos prácticos

A continuación quiero ofrecer algunos consejos prácticos para confeccionar el guión de la Misa. En la próximo entrada, el 10 de agosto, ilustrando estos consejos, puede verse un modelo de guión para la Misa de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen. Lo llamaremos "Guión-tipo" (GT). Aspectos globales Es general que la función de guía o monitor (así se le llama a quien lee el guión) la desempeñe un laico, o bien un religioso o una religiosa. Deben destacarse por su dicción y por su capacidad para entonar pero sin declamar. Aclaro, de paso, que con frecuencia es necesaria la intervención del monitor cuando se introducen ritos no habituales en tal o cual Misa, a los efectos de ilustrar a los leales (por ejemplo, imposición de las cenizas, bendición de las gargantas, aspersión, renovación de promesas bautismales, y otros). También cuando los leales deben hacer determinado gesto o adoptar, excepcionalmente o no, cierta postura (por ejemplo, genuflexión mientras la mención del Misterio de la Encarnación y del Nacimiento mientras el Credo en las solemnidades de Navidad y la Anunciación, arrodillarse para la Oración universal en la Acción litúrgica del Viernes Santo, o para el cántico de las Letanías de los Santos en cierta Misa ritual afuera del Tiempo Pascual, y muchos más). El ponerse de pie, de rodillas o sentarse, el inclinar la cabeza o el signarse, el oir atentamente o meditar en silencio, el rezar interna o externamente, son posturas y actitudes que pueden o no estar precedidas por la exhortación del monitor, según lo requiera la formación litúrgica de cada comunidad. Aspectos propias Veamos ahora las distintos fracciónes de la Misa tipo, que pueden solicitar de una glosa o guión, y qué debe tenerse en cuenta para una pertinente redacción en cada caso: Introducción: Debe especificar también la particularidad que eventualmente puede tener la Misa. Por ejemplo, si se celebra para un grupo de niños o jóvenes; si ese día hay determinado evento significativo en la Iglesia universal o particular; si tiene lugar determinado acontecimiento no religioso pero que pueda ser iluminado por la Misa dominical que es instituto de vuestra vida (por ejemplo, día del padre, de la madre, del niño). En este último caso, la mención de un evento no religioso, debe ser breve, pero no omitirse, pues es un modo de "cristianizar" todos los apariencias que hacen a vuestra cultura. En el caso de que se trate de una Misa dominical del Tiempo Ordinario, en el que no se celebra ningún misterio en particular, la monición de acceso puede mencionarse brevemente a la relevancia de la santificación del domingo para la vida del creyente, o al valor de la Misa como Banquete y sobre todo como Sacrificio de Cristo que se renueva hasta el final de los tiempos. Lo significativo es no recurrir a expresiones superfluas, vacías de significado, y que nada edifican a los leales, como por ejemplo: "Estamos reunidos en la Casa de Dios para celebrar la Santa Misa". ¿Es que de casualida los leales ignoran que están congregados? ¿Desconocen qué es lo que están por celebrar? Para eludir caer en yerros así, sería bueno escoger cierta expresión del Magisterio, o de los Padres de la Iglesia, que se refiera al Sacrificio eucarístico, y glosarla brevemente. Sería un modo de "acercar" a los leales la riqueza de los textos de la doctrina católica, a menudo escaso conocidos. Diáfano está que jamás hay que olvidar que no se trata de una ponencia, ni de un discurso, sino unicamente de una breve introducción que ayuda a entender la grandeza del Acto que se va a hacer en el aquí y el ahora de vuestra vida. Alguna vez no estaría mal recurrir a algun texto litúrgico, o inclusive lírico, o bien, al pensamiento de tal o cual santo, y glosarlos, si se cumplen, por supuesto, los metas mencionados arriba. Por ejemplo, se puede escoger cierta frase de algun santo sobre la relevancia de la Misa, o tomarla del mismo Catecismo de la Iglesia, e ilustrar brevemente a los leales sobre el particular. Es un modo de eludir las palabras propias, y de optar por las de la Madre Iglesia. Respecto de cuándo debe leerse la monición de entrada, se sugiere que se realice despues del saludo del celebrante principal, estando ya la asamblea constituida. Pero tampoco estaría mal leerlo antes de que ingrese el celebrante, si el pueblo ya está reunido. En el guión-tipo (GT) de la Asunción de la próximo entrada, puede apreciarse que se ha elaborado un breve texto introductorio, a dividir de la cita de un Padre de la Iglesia. Se explica a los leales la relevancia y el inicio de la solemnidad, dando cuenta de sus bases y de los resultados que de este misterio podemos obtener. Oración Colecta: De realizarse felicidad monición, -no es obligatorio que la haya- debe ser muy breve (puesto que la Colecta de por sí lo es), y ayudar a los leales a captar el sentido de esta significativo oración, que siempre se organiza a dividir de dos núcleos fijos: Por un lado, la especificación de determinado atributo de Dios o la mención de cierta de las maravillas que Él ha obrado u obra en favor de su pueblo; y por el otro, el pedido propia que se realiza comúnmente al Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo. Este pedido se armoniza con la temática de la celebración del día, no raramente ya implícita en la elección del atributo divino mencionado. En GT vemos una sencilla oración gramatical, redactada en sintonía con la Colecta. Liturgia de la Palabra: Para las lecturas puede redactarse una monición introductoria general, o una para cada lectura. De hacerse la introducción general, ésta debe mencionarse brevemente a la relevancia de la Palabra de Dios proclamada y acogida en la asamblea litúrgica, precisando el tópico que unifica las lecturas de la Misa del día. Si se elige realizar un guión para cada lectura (incluido el Evangelio), debe redactarse una sencilla oración enunciativa, la cual no debe ser ni una síntesis de la lectura que se va a proclamar, ni tampoco la selección y adelanto de éste o aquel versículo de ella. Por el contrario, debe procurarse ofrecer a los leales una clave de interpretación de la lectura en su totalidad o de cierta fracción de ella que pueda ofrecer cierta dificultad. También puede inspirar lo focalización de determinado apariencia significativo del texto, a la luz de la celebración del día o de la verdad actual. Con este espíritu, el Salmo también puede glosarse cierta vez. Cuando la lectura, por su fácilidad y claridad, no muestra problemas de interpretación, es preferible omitir el guión, para eludir expresiones vacuas, como por ejemplo: "Escuchemos el relato de la Efervescencia del Señor según San Juan". ¿Estoy de casualida diciendo algo que no se vaya a explicar inmediatamente, o que no puedan deducir los fieles? En todo caso hay que eludir hacer un texto que "explique" toda la lectura. Para eso está la homilía, que tiene a su cargo el ministro sagrado y unicamente él. En GT ofrezco una monición común para la Misa de la Vigilia de la Asunción. Aquí se puede leer una "consideración mariana" referida a las Sagradas Escrituras. También hay una monición para cada texto bíblico que se proclama en la Misa del día: En la monición de la primera lectura se proporciona la general interpretación del tópico de la página bíblica en cuestión, a la luz de la Costumbre de la Iglesia. La monición del Salmo se ha elaborado, por decirlo así, "en clave mariana" de lectura. La monición de la segunda lectura puntualiza el cumplimiento anticipado de lo que esta página anuncia, en la persona misma de la Virgen. La monición del Evangelio desarrolla brevemente el versículo que ilumina de modo propia la solemnidad del día. Oración de los fieles: Esta Oración corresponde al diácono, aunque también la puede hacer un laico idóneo que bien puede ser el monitor o guía de la Misa. Conviene usar directamente los textos propuestos por el Misal, o por lo menos, adoptarlos como modelo para la redacción de otros. En todo caso debe respetarse la razón de ser de las preces de esta fracción de la Misa: son peticiones que un diácono, religioso o laico, eleva a Dios en nombre de todos los bautizados. Para analizar algunos yerros que suelen cometerse en la confección y el rezo de la Oración de los fieles, puede leerse la acceso siguiente: En GT se ha redactado la Oración de los fieles, considerando en común el esquema de peticiones propuesto por los libros litúrgicos mencionados en la acceso del enlace aludido en el párrafo anterior. Como particularidad, se ha añadido un título mariano al final de la invitación a rezar de cada prez. También se ha optado por un título mariano, alusivo a la realeza de la Virgen, para la respuesta a cada petición. En efecto, la realeza de María, contemplada en el último misterio glorioso del Rosario, está íntimamente relacionada con el cuarto que celebramos en esta solemnidad del 15 de agosto. Nótese particularmente la relación implícita con el misterio de la Asunción, que subyace en las dos últimas preces, las que, por otra parte, se apartan del esquema típico de peticiones mencionado más arriba, en este mismo parágrafo. Ofertorio: Los ritos del Ofertorio, particularmente la "presentación de los dones", suelen ir antecedidos de una monición. Ella debe realizar alusión a la ofrenda de nosotros mismos, y de la creación entera, juntamente con los dones de pan y vino. Es oportuno, además, que haya aquí una mención explícita o implícita a la fiesta o tiempo litúrgico. No quiero ser reiterativo pero insisto en que hay que eludir expresiones innecesarias y consabidas, tales como: "Presentamos el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor", como si determinado católico presente ignorara que es precisamente eso lo que acontece en cada Misa. En GT hay una expresión de ansia que tiene el peso de una oración, que explicita dos de las cláusulas necesarias para la celebración fructífera del Banquete eucarístico, y para la participación de este momento de la Misa en particular: Hay una implícita invitación a imitar a María como "Virgen oferente", seguida de una alusión a la solemnidad ("glorificada junto a su Hijo"). Se concluye la monición con la mención de la ofrenda de nosotros mismos. También ofrezco unas palabras introductorias al Prefacio, que presentan su temática central. Comunión: Alguna vez puede ser una oportunidad para recordar las cláusulas para una digna recepción del Sacramento. En otras ocasiones puede recurrirse a palabras del Magisterio de la Iglesia o de los santos, que nos instruyan acerca de la grandeza de la Eucaristía, de los resultados que produce en nosotros, de su relevancia como Sacramento del Amor y de la unidad de la Iglesia. La exactitud y la brevedad también se hacen necesarias aquí. El género discursivo elegido es libre, siempre y cuando cumpla con los requisitos expresados. Por ejemplo, no sería desacertado que, cierta vez se recurriera a alguna expresión poética breve de éste o aquel santo, siempre y cuando se refiera al Santísimo Sacramento. En estos casos, son las palabras de los mismos santos, y no las nuestras, las que nos invitan a observar y acoger el Don precioso de Dios que se nos proporciona como Alimento. Además, transcribo una "oración de comunión espiritual", para que nada resienta la actuosa participatio de todos los presentes en esta Misa de precepto, y también a modo de exhortación implícita a analizar las cláusulas necesarias para efectuar una digna Comunión eucarística. Despedida: La monición final de la Misa ha de ser todavía más breve que las demás. Efectivamente, hay que eludir alargar la celebración más allá de sus límites normales. Una vez que el cura ha impartido la bendición final, y se retira, la Misa ha concluido. Por ello, conviene, o no decir nada, o si no, pronunciar una breve frase que recapitule lo celebrado e invite a los leales a vivirlo en la cotidianidad del mundo. Se debe evitar, por las razones expuestas más arriba, el uso de expresiones innecesarias tales como "La Misa ha terminado. Nos retiramos del Templo". No sólo porque ya es algo por todos sabido, sino también porque nadie tiene derecho a "echar" del espacio sagrado a quien seguramente quiera quedarse unos minutos más en oración. 6 de agosto, Fiesta de la Transfiguración del Señor.
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